Papá
y yo entramos en la habitación de Claudia. Corrí y me senté en la
cama. Al lado de mamá. Claudia estaba sentada en la silla de su
escritorio, mirando hacia el suelo. Las vi tan preocupadas que, por
un momento, me asusté. Y mucho.
-Mami,
¿me podéis decir ya lo que pasa?
Mi
madre me miró, sorprendida, como si no se hubiera dado cuenta de que
estaba allí hasta ahora. Me abrazó y me miró con sus ojos, un poco
llorosos. Bajó la mirada.
Le
levanté la barbilla y le miré a los ojos.-Pero mamá, ¿por qué
lloras?-Intentó secarse las lágrimas con la manga.
Papá
se acercó a nosotras. Me cogió y me levantó. Me dejó de pie en el
suelo.-Zoe, ve a tu cuarto. Luego te avisamos para cenar.-Mi padre
habló tan alto, que le hice caso enseguida.
Salí
de la habitación de mi hermana y cerré la puerta. Caminé un poco
por el pasillo hasta llegar a... ese sitio horrible. Mi cuarto.
En
la puerta había un cartel pegado que decía: "Habitación de
Zoe. Con un 'Toc toc' puedes pasar". No me gustaba mucho ese
letrero pero no le iba a hacer el feo a mi madre.
Entré
y lo primero que miré fue a Tolly. Estaba encima de mi cama.
Tumbada. Mirando hacia la puerta. Hice como que no la veía y me
dirijí a la ventana. Aún llovía. ¡Adoraba la lluvia! No sé por
qué la gente la odia tanto.
"Ahora
que me doy cuenta... Desde aquí también se ve el pequeño bosque.
Pues juraría que es la primera vez que lo veo en los, ¿cuántos?
¿tres años? que llevo en esta casa. Mañana, cuando papá y mamá
se vayan a trabajar, iré a verlo. Espero que Claudia se quede en su
cuarto."-Pensé.
'Toc
toc'.
-¡Adelante!-Grité.
Entró
mamá. Vino hacia mí y se sentó en la cama. Me hizo un gesto para
que fuera con ella. Aún tenía los ojos un poco llorosos.
-Cariño,
hay algo que tienes que saber.
-¿Y
qué es? A ver si me lo decís ya porque me estoy poniendo
nerviosa.-Mamá me sonrió.
-Zoe,
en una semana no tendrás que volver a tenerle miedo a este cuarto.
-Pero...
¿por qué? ¿Me cambiais de habitación? ¿Tiráis a Tolly?
-Bueno,
sí, en principio es un cambio. Sí, te cambiamos de habitación.
Digamos que todos nos cambiamos de habitación.
-¿Qué?
Creo que no hay tantos dormitorios en esta casa. ¿Verdad?
-No,
cielo. No hay tantas. Lo que quería decir es que... no vamos a
quedarnos aquí.
-¿Cómo?
No entiendo.
-Zoe,
en una semana nos mudamos a California.
Me
quedé quieta, por una parte estaba contenta de visitar California,
pero por otra... no quería dejar mi hogar. Aunque eso quisiera decir
dejar mi cuarto horrible.
-¿A
California? ¡Pero mamá eso es fantástico!-Acabé diciendo.
-No,
cariño. No es tan increíble. No vamos al lado bonito de California
que pintan en las películas. Vamos a uno bastante peor.
-Pero...
¿hay algún sitio malo en California?
-Sí,
pequeña. No mucha gente lo conoce, pero lo hay. Y ahí es adónde
iremos. No vamos a volver aquí nunca más, Zoe. Al menos eso le han
dicho a papá.
Mi
madre me dio un beso en la frente y me dijo:
-Por
favor, baja en diez minutos a cenar, cariño.-Y cerró la puerta. Sin
decirme nada más.
Solté
una lagrimita. Y después otra. Y otra. Y así cinco largos minutos.
"¿Pero
cómo voy a irme de aquí? Esta es MI casa. NUESTRA casa. No seré
capaz de abandonarla. Hay tantos buenos recuerdos aquí. Supongo que
si es algún tema sobre papá, esto va en serio y no se trata de
ninguna broma. Está claro que tengo que irme de verdad."-Y eso
es lo que se escribía en mi cabeza, poco antes de bajar a cenar.
Abrí
la puerta, miré hacia atrás y vi a Tolly acostada, como antes. La
senté y la dejé mirando hacia la pared. Salí corriendo y cerré la
puerta dando un gran portazo. Bajé a toda prisa las escaleras y
entré en el comedor.
Allí
ya estaban mis padres y Claudia, que ya parecía tener mejor cara. Me
miraron y me sonrieron. Miré la mesa. Los platos estaban ya
servidos. ¡Casi lo olvido! Hoy es noche de pizza.
Me
senté en mi sitio y empecé a comer como si llevara cinco días sin
hacerlo. Ya echaba de menos la pizza, ya que la semana pasada no
pudimos comerla porque Clau se puso mala.
Media
hora después.
Ya
terminé de comer la pizza y el flan de postre.
-Mamá,
¿puedo levantarme?
-Sí,
Zoe. Ve a lavarte los dientes y las manos y sube a tu cuarto.
Seguí
sus indicaciones y fui directa al baño. Abrí la pasta de dientes,
mojé el cepillo, eché la pasta. La cerré y mojé de nuevo el
cepillo antes de metermélo en la boca.
Me
lavé los dientes a fondo. Y tan a fondo. Era la primera vez que
tardaba cinco minutos en lavarlos. Escupí y abrí el grifo para
limpiar el lavabo.
Lo
dejé abierto. Me eché jabón en las manos y las lavé.
En
cuanto acabé, las sequé y salí del baño.
Subí
las escaleras corriendo, como siempre.
Abrí
la puerta de mi cuarto, pero Tolly no estaba dónde la había dejado.